La medicina cardiovascular ha dependido tradicionalmente del encuentro físico directo como elemento fundamental en la relación médico-paciente. Sin embargo, la reciente pandemia ha desafiado esta conexión única al distanciar a los pacientes de los profesionales de la salud, lo que genera riesgos para la calidad de la atención. Esta nueva realidad ha impulsado una rápida adopción de tecnologías innovadoras en todos los ámbitos de la vida diaria, desde las interacciones sociales y el entretenimiento hasta los servicios médicos [1, 2]. La telemedicina, la realidad aumentada (RA) y la realidad virtual (RV) han experimentado un crecimiento significativo en este panorama global de salud sin precedentes, abriendo nuevos horizontes en la medicina cardiovascular y estrechando su vínculo con los avances tecnológicos, todo con el objetivo de brindar una atención óptima al paciente.
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En los últimos tiempos, ha surgido un creciente interés generalizado en uno de los avances tecnológicos más revolucionarios conocido como «el metaverso», prometiendo una realidad digital disruptiva con el potencial de transformar diversos aspectos de la vida, incluyendo el ámbito de la salud. Uno tras otro, los principales gigantes tecnológicos han comenzado a invertir activamente en este terreno previamente inexplorado y han explorado las diversas posibilidades en las que el sector tecnológico puede encontrar aplicaciones. Incluso Facebook ha anunciado su intención de cambiar oficialmente su nombre a Meta, demostrando su ambicioso objetivo de transformar su imperio de redes sociales en un vasto mundo del metaverso [3].
But I must explain to you how all this mistaken idea of denouncing pleasure and praising pain was born and I will give you a complete account of the system, and expound the actual teachings of the great explorer of the truth, the master-builder of human happiness. No one rejects, dislikes, or avoids pleasure itself, because it is pleasure, but because those who do not know how to pursue pleasure rationally encounter consequences.
Nor again is there anyone who loves or pursues or desires to obtain pain of itself, because it is pain, but because occasionally circumstances occur in which toil and pain can procure him some great pleasure. To take a trivial example, which of us ever undertakes laborious physical exercise, except to obtain some advantage from it? But who has any right to find fault with a man who chooses to enjoy a pleasure that has no annoying consequences, or one who avoids a pain that produces no resultant pleasure.